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domingo, 24 de enero de 2016

El tesoro templario, ¿en la isla del Roble?

    

    Los pobres caballeros de Cristo, entretejida su historia con las Cruzadas, fueron arrestados un viernes 13 por sorpresa, y a su último maestre se le quemó vivo. Disolvió el Papa en 1312 la Orden, habiendo esta descubierto en Tierra Santa, por conducto de arcanas sectas, los orígenes del cristianismo y la identidad mesiánica: Santiago el Justo (ejecutado en Pascua), quien sí escribió. Es enajenada la propiedad templaria como Portugal y Aragón se expanden por los mares, resurge y se estudia la Geografía de Tolomeo, la cartografía mallorquina arranca...
    Los paladines de todo cristiano peregrino a Jerusalén llegaron a contar con dos mil encomiendas exentas de diezmo, que a menudo devinieron genuinas tesorerías; lo que tornó a los profesos no sólo financiadores de los descubiertos del reino francés, sino banqueros para Europa, siendo el suyo pingüe patrimonio y la renta privilegiada.
    Felipe IV el Hermoso, que ya había confiscado los haberes de los judíos expulsados, en unas letras señaló luego débil su moneda, pasible de ser revaluada con plata. Y si por enmendar ese impuesto encubierto, el de una devaluación, que soliviantó monumental a las masas, se adueñó en la fortaleza parisina o Temple del tesoro templario, estéril es seguir buscándolo por dondequiera; cuanto más que una isla como la del Roble (provincia de Nueva Escocia) sería el peor sitio donde esconderlo: por su constitución caliza, hanla horadado de largo lluvia, deshielo y flujo y reflujo marinos; no es su red de galerías artificial en absoluto, por muchos los troncos dispuestos y cortezas de roble, junto con fibras de coco, según se ahonde en el «Pozo del Dinero» hasta el nivel impermeable. Son materiales, desde esteras al chamizo de la techumbre, empleados por los pescadores micmac en construir sus chozas, hundidas a resultas de formar el agua cargada de gas carbónico simas y cavernas.
 

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