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lunes, 10 de agosto de 2015

¿Pisó el hombre la Luna? ( I )



 
     La NASA impulsó al telescopio Hubble a 612 km de altitud, allende la atmósfera por observar sin la refracción de ese «prisma» envolvente, y ¿no captaron el cielo estrellado los expedicionarios en una sola foto lunar, tomada dentro del módulo? El propio Isaac Asimov, en Nueva guía de la ciencia, reconoce que «cinco vehículos Apollo completaron sus misiones sin un éxito digno de relieve». Sólo a la Agencia se le ocurre proyectar a las 13:13 el Apollo 13, para que la superstición popular exculpara su chapucería: sobreviven rocambolescamente a un cortocircuito detonante.
    Si el lanzamiento de un transbordador espacial, ya jubilado, lo gobernó un ordenador con más de doscientos mil microchips, no habiéndose aún inventado el microprocesadorla araña «cuadrupedal» del Apollo 11 derrocharía el propergol alunizando para no estrellarse, sin atmósfera que la frene. «A fin de medir la distancia Tierra-Luna con un telémetro láser, los astronautas colocaron reflectores de rincón...», cuando los paneles con prismas viajaron en sondas automáticas.
    Calcados a los lunares hay mares en las Hawai, y las rocas «traídas por los astronautas» se abalanzan sobre la corteza terrestre en forma de aerolitos, susceptibles de descortezamiento. El titanato de hierro y magnesio se encontró «luego» en minas diamantíferas sudafricanas. El módulo «de ida y vuelta» tuvo una calculadora desaforada por ordenador de a bordo, que cumplió eminentemente (con núcleos de ferrita y risible frecuencia de reloj) una función telemétrica; es decir, medir la distancia para desde Houston corregir cualquier receso de la trayectoria y, así, satelizar la que fue sonda no tripulada. De hecho, la NASA sostuvo precipitar el «Águila» contra la Luna (cumplida la misión) para un tanteo sismológico, encubriendo el desastre seguro.
   Harto sospechoso es que los únicos problemas técnicos, de odisea tan pantanosa, sobrevinieran en las transmisiones televisivas; y fuesen tan justos que, cuando se restableció la señal con la estación destacada (la australiana, que fue preferida aun juguete de un vendaval), aquel histrión ya hubiese hollado un paisaje lunar hawaiano con su recitado dicho.
   Pese al fraude de la soviética Zond 5-B, presuntamente tripulada, hubo tal toma y daca entre americanos y rusos que a estos les concedieron bautizar la cara oculta de nuestro satélite. Haré tres preguntas, cuyas respuestas dejo al sentido común. 
    1.ª) ¿Denunció Rusia, que espiaba, el contraespionaje de E.U.A.? Aprobaron el «teléfono rojo», en 1963, y el Tratado de No Proliferación Nuclear (1968), y consideraron una «acción militar preventiva» contra China. 
    2.ª) ¿Acaso no multiplicaron sus exportaciones las multinacionales involucradas en el programa «Apollo»
    3.ª) Si fuesen del dominio de todos los empleados, ¿se llamarían «secretos industriales»? 
    

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